El Azufral tiene características distintas del Galeras. Es más explosivo. En caso de estallar dañaría poblaciones como Sapuye, El Espino y Túquerres. Sin embargo, no ha dado de qué hablar, mientras que el Galeras, señalado como de menor intensidad, cobró ya sus primeras víctimas.
Este volcán, con 4.276 metros de altura sobre el nivel del mar, está ubicado al occidente de Pasto e incluso parte de la ciudad fue levantada en sus alrededores. Por el oriente es prácticamente una línea recta, pero por el otro flanco, el occidental, es irregular y los investigadores lo catalogan como el más peligroso. Allí, los vulcanólogos del Observatorio de Nariño descubrieron la existencia de un nuevo cono que puede tener unos cinco mil años de edad. Este se asemeja a un volcán pequeño que se encuentra paralelo al Galeras.
Para vigilar la actividad es preciso analizar muchos parámetros, entre los que se destacan la sismicidad, la deformación, y la emisión de gases.
Mediante la utilización de dispositivos denominados inclinómetros se mide el grado de deformación del volcán: aparición de abombamientos y grietas, por ejemplo. El Galeras cuenta únicamente con dos de estos instrumentos, sin embargo los especialistas aseguran que lo ideal sería tener cuatro.
El análisis de gases también permite obtener conclusiones sobre la actividad interna del volcán.
Desde el 16 de julio de 1992, cuando explotó el tapón del volcán, sin derramar absolutamente nada de su interior, la situación permaneció igual hasta este 14 de enero: ni la sismicidad, ni la emisión de gases, ni las medidas de deformación permitían prever la ocurrencia del fenómeno que costó la vida a varias personas, entre ellas científicos que estudiaban el comportamiento del volcán.
Los geólogos de Nariño concluyen, ante esta situación vivida en el Galeras, que es casi imposible pronosticar sus erupciones.
Aclaran de todas formas que los problemas originados han sido menores, considerando que no han afectado a un número mayor de la población.
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